Tu, pues, hijo mio, fortalecete en la gracia que hay en Cristo Jesús. Y lo que has oído de Mi en la presencia de muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros. Sufre penalidades conmigo, como buen soldado de Cristo Jesús.
2ª. Timoteo 2:1-3.
El amor de Dios se manifiesta de manera elocuente en todo momento. Pablo como un instrumento del Señor, se dirige a Timoteo con mucho amor y ternura, tratándolo como a un hijo. De esa misma manera lo hace el mismo Señor de la Gloria, a todos aquellos que por su santa misericordia, hemos recibido la potestad de llegar a ser hijos de Dios.
Los hijos verdaderos de Dios, somos llamados a formar un ejército de soldados de Cristo. Un ejército que junto a los ejércitos celestiales, estemos preparados para pelear la buena batalla de la fe. Debemos darnos cuenta que las Sagradas Escrituras, nos enseñan que el Evangelio es para aquellos valientes que lo arrebatan; es decir quienes no se conforman con las migajas que este mundo ofrece, sino que son inspirados por las cosas mejores que Dios ha prometido para cuantos le aman.
Pero para llegar a ser un buen soldado de Jesucristo, es necesario someterse a un proceso especial de entrenamiento espiritual y físico. Al igual que en los ejércitos terrenales, todo recluta es preparado en forma disciplinada en todas las artes marciales propias de la milicia, hasta convertirlo en un soldado digno de representar a su patria ante cualquier enemigo que se le oponga.
El Apóstol Pablo recomienda al joven Timoteo que se someta a ese proceso de preparación castrense, diciéndole: fortalécete en la gracia que hay en Jesucristo. Es claro que el termino “ fortalécete” es porque en ese momento Timoteo, necesitaba ser fortalecido; cambiando de un joven débil e inexperto, a un buen soldado bien experimentado en la gracia que hay en Jesucristo. Hoy es lo mismo; cristianos que no han sido fortalecidos previamente en la gracia de Cristo; caminan en este mundo como fácil presa del diablo, porque al no haberse fortalecido en la gracia del Señor, fracasan confundiendo la gracia divina en una desgracia espiritual, viviendo en forma libertina, sin principios ni valores; indisciplinados y sin el coraje que cada buen soldado debe manifestar en todos los actos de su vida.
En el libro de Jueces 1:35, encontramos ejemplo de lo que se puede lograr cuando los hijos de Dios han sido fortalecidos: Y los amorreos persistieron en habitar en el monte Heres, en Ajalòn y en Saalbim; pero cuando el poder de la casa de Josè se fortaleció, fueron sometidos a trabajos forzados. Cada soldado de Jesucristo, debe ser fortalecido para someter a los enemigos a la obediencia del evangelio, en lugar que ellos nos sometan a la obediencia del diablo.
Otro ejemplo lo vemos en el libro 1º. Samuel 30:6: Y David estaba muy angustiado porque la gente hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba amargado, cada uno a causa de sus hijos y de sus hijas. Mas David se fortaleció en el Señor su Dios. Mientras el pueblo debilitado por las circunstancias adversas que se nos presentan en la vida; amargado por haber sido despojado de sus bienes y de su familia por el enemigo; sumergido en tal desesperación, planeaban apedrear a su líder. En cambio su líder David, como un buen soldado hizo lo correcto: Se fortaleció en el Señor su Dios. Gracias a este sabio proceder, David recupero todo lo que los amalecitas habían tomado, también rescato a sus dos mujeres. (versículo 18).
Es evidente que todo soldado de Cristo, necesita ser fortalecido con la fortaleza que viene de Dios en Cristo Jesús, y que el ser fortalecidos implica un proceso de sufrimiento de penalidades temporales, junto a nuestro gran comandante: Jesucristo. Debemos aprender a ser una especie de “kaibiles”; entrenados en la selva de la amargura, el desprecio, la critica, el odio, la injusticia, el orgullo, la vanidad y todas las fieras que son propias del terreno inhóspito de este mundo material.
Una vez fortalecidos, debemos preparar a otros hombres fieles que sean idóneos para continuar con las lecciones de la vida de ejércitos victoriosos en Jesucristo.
¿Ya te enrolaste en el mejor ejército organizado por el Dios Todopoderoso?. Si no los has hecho, hazlo ahora mismo.
El soldado de Jesús enfrenta la vida con amor, sin enredarse en los negocios de la vida, su preparación en el conocimiento de Dios, es continuo, aplicando el esfuerzo y el trabajo permanente. El soldado de Jesús, hace de la dificultad, una oportunidad para bendecir la vida de otras personas y dispone de la mejor arma, el amor. Si tu reúnes esos requisitos, ¿Qué esperas?, ¡Alístate! Y hazte merecedor de los siguientes beneficios (V11-V13):
Si morimos en el campo de batalla, viviremos con él.
Si sufrimos por él, también reinaremos con él.
Si le negaremos, él también lo hará.
Si fuéremos infieles, él permanece fiel.
¡ÉL NO PUEDE NEGARSE A SI MISMO¡. ¡ALELUYA, GLORIA A JESUCRISTO!
Dios los bendiga
Somos soldados
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Y serán como valientes que en la batalla huellan al enemigo en el lodo de las calles;
y pelearán, porque Jehová estará con ellos;
y los que cabalgan en caballos serán avergonzados.
y pelearán, porque Jehová estará con ellos;
y los que cabalgan en caballos serán avergonzados.
(Zacarias 10:5)
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