La Palabra de Dios en Apocalipsis 21:1-14 describe que hay cosas bellas en el cielo, y según lo que está escrito, la vamos a pasar muy bien en él. Sin embargo, Dios ha preparado cosas gloriosas para cada uno de nosotros aquí en la tierra.
Existen personas que se han agarrado de ésta Escritura como consuelo y como excusa para no hacer nada aquí en la tierra, y se quedan esperando el futuro venidero. Pero nosotros debemos ser personas que siempre mejoran porque quien se estanca realmente va para atrás. La actitud de proseguir debe correr en nuestras venas.
La Biblia nos enseña que de acuerdo a la obra que hagas, así será también tu recompensa. Éstas recompensas son los galardones. No podemos decirle a Jesús: No gracias, no espero una recompensa de tu parte, pues dejaríamos al Señor con los regalos en la mano. No hay quien ame la venida del Señor, y no trabaje para verla; pues el Señor dijo que el fin será hasta que el evangelio sea predicado por todas las naciones. Por eso el apóstol Pablo decía: He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí sino también a todos los que aman su venida. (2 Timoteo 4:7-8)
Las obras que se realizan tienen un nombre, pues hablamos de las vidas de cada una de las personas que son salvas y formadas como discípulos. Pablo realizó varias obras: Tito, Timoteo, Onésimo, Filemón, etc. ¿Cómo se llaman tus obras?
LOS DESAFÍOS IMPLICAN PAGAR UN PRECIO
El apóstol Pablo debió escoger un día entre irse al cielo o quedarse predicando el evangelio aquí en la tierra. Él había sufrido muchas adversidades, peligros de muerte, naufragios, cárceles, hambre, falsos hermanos, etc. Pero también había sido llevado al tercer cielo ha escuchar y ver cosas maravillosas. Él ya había probado que podía encontrar en amabas partes y aún así escogió quedarse predicando el evangelio a más personas, para que más fueran salvos.
Ahora Pablo está en el cielo sin pasar por las tribulaciones antes mencionadas, pero tampoco tiene el desafío de llenar todo un continente con la Palabra del Señor. Si tú no quieres pasar incomodidades, desvelos o hambre, pídele a Dios que te recoja, porque mientras estés en la tierra pasarás adversidades por seguir a Jesús o por huir de Él. Aquí en la tierra es donde se hace la diferencia entre una persona y otra, y la diferencia entre lo que ambas recibirán en el cielo. Aquí es donde se necesita la fe para sanar enfermos, liberar cautivos, salir de deudas, hacer milagros y ver la mano de Dios moverse con poder. Aprovecha ésta vida para que tu galardón sea mejor en el cielo.
Dios tiene desafíos grandes para nosotros y el tuyo será tan grande como le creas. El día que el Señor te llame solamente a cosas sencillas y fáciles es porque ya dejó de confiar en ti. No te preocupes si hay más trabajo o si los retos que Dios te pone son más grandes de lo que esperabas, siéntete honrado de que no busque a nadie más y te haya elegido a ti. El Señor nunca hace realidad los sueños de alguien que no trabaja por verlos cumplidos. ¿Por qué tanta queja del trabajo en el servicio a Dios y el horario? No busques tanto la comodidad, no sea que el desafío se vaya con ella.
No hay edad para dejar de tener desafíos. Tu cuerpo puede desgastarse pero Pablo dijo que mientras nuestro hombre exterior se desgasta, el interior se fortalece. (2 Corintios 4:16)
EJEMPLOS DE PERSONAS QUE ACEPTARON DESAFIOS
Abraham posiblemente está en la presencia de Dios contando las estrellas y viendo su gran descendencia. Sin embargo, ya no debe usar su cuerpo casi muerto para engendrar un bebé en el vientre de una mujer estéril de la cual saldría una nación entera.
Moisés ha de estar muy bien sin tener que atender a un pueblo que está quejándose todo el tiempo. Ya no tiene que esperar el maná, ni guiarse por una nube enviada por Dios, lo cual también fue glorioso.
Josué ha de estar adorando en el tabernáculo hermoso de Dios, pero ya no tiene el desafío de conquistar una ciudad amurallada y llevar al pueblo a poseer la tierra prometida. Este desafío no sólo era grande, sino parecía una locura. Donde la razón se deja tirada, Dios te acompaña.
Gedeón ha de estar disfrutando de una mesa servida para él, comiendo con el Señor; sin embargo ya no tiene el reto de vencer a un ejército de miles con tan sólo trescientos hombres.
Sansón ha de disfrutar que su nombre está escrito en el Hebreos dentro de los héroes de la fe; pero ya no tiene un pueblo que libertar de la mano de los filisteos.
Elías esta vivo, pues según las escrituras no vio muerte. Pero su desafío quedó en el Monte Carmelo.
Hubo muchos más que aceptaron desafíos de parte de Dios: Nehemías, David, Daniel, Pedro, Juan, etc. Todos ellos están en la presencia de Dios sin tener que pasar por pobreza, desvelos hambre, escasez, persecución o angustia. Sin embargo, tampoco tienen desafíos nuevos que enfrentar. Todos ellos fueron personas que aprendieron a decir sí a los desafíos de Dios, a caminar con Él, a aceptar sus peticiones y ver sus milagros.
Un desafío es similar a un embarazo: placentero cuando se recibe, delicado cuando se está gestando y doloroso mientras se da a luz. Sin embargo, cuando se contempla el fruto del proceso, no se hallan las horas de volver a concebir uno.
Graba esto en tu corazón: Nadie te ha dado el derecho que un día se te entierre sin haber dado todo lo que debías dar. No tienes el derecho de enterrar el potencial que Dios te dio sin haberlo explotado.
Pastor Cash Luna
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